La quinúa (que se pronuncia Qui-nú-a) contiene el más alto perfil nutricional entre todos los granos y es el que se cocina con mayor rapidez. Es un grano que aporta muchísima energía y ha sido cultivado y consumido por aproximadamente 8.000 años en las altas Montañas de los Andes en América del Sur.
Los Incas eran capaces de correr largas distancias a gran altura gracias a este poderoso grano.
Es uno de los granos más versátiles, puedes comerlo frío como ensalada o caliente en guisos o de forma simple como el arroz. Atrévete a usar hierbas y especies naturales para sazonarlo.
Usos y Preparación
Cuando la quinúa es cocinada, el germen que cubre el grano se rompe y forma un espiral crujiente, mientras el grano interior se vuelve suave y traslúcido. Esta textura doble lo hace delicioso, versátil y muy divertido de comer. Para ahorrar tiempo, cocina una gran cantidad de quinúa una vez, y luego puedes comerla como sobras. La quinúa puede ser recalentada con un poco de leche de soja o de nueces
para hacer un "porridge" al desayuno; puedes añadirle frutas secas, nueces y canela para una merienda dulce. Agrégale vegetales crudos finamente picados y algo de aderezo para una refrescante ensalada, o añade un poco de tubérculos cocidos para un contorno caliente. Guarda la quinúa cruda seca y cruda en un frasco de vidrio sellado, en un lugar fresco, seco y oscuro hasta por un año. Antes de cocinarla, la quinúa tiene que ser enjuagada para removerle una pequeña capa amarga y tóxica (que contiene de forma natural) llamada saponina. La saponina, cuando es removida de la quinúa, produce en el agua un aspecto jabonoso. La quinúa es enjuagada antes de empacarse y venderse, pero lo mejor es enjuagarla de nuevo en casa antes de usarla. Coloca la quinúa en un colador y enjuágala con abundante agua.
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